«Un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible
que un ejército de leones mandado por un ciervo»
(Plutarco)
El Fútbol Total
Rinus Michels fue nombrado seleccionador de Holanda tan sólo unas semanas antes del comienzo. En el Ajax de Amsterdam ya había comenzado a practicar un nuevo estilo de juego al que un periodista bautizó como Fútbol Total.
Hasta entonces, las tácticas futbolísticas se habían basado en el orden y la colocación estática. Cuando parecía que no cabía mayor innovación, Michels concibió un estilo más dinámico, en el que todos los jugadores se mantenían en constante movimiento, con la intención de atacar incluso cuando defendían. Cuando no tenían el balón, todos los jugadores empujaban hacia delante presionando al contrario para recuperar la posesión.
Cuando un jugador se movía de su posición era sustituido por otro, lo importante era mantener una estructura coherente a nivel colectivo, sin importar qué posición ocupaba cada cual. Un mismo jugador podía ser sucesivamente defensa, centrocampista y atacante.
Para tener éxito, el fútbol total depende de la adaptabilidad de cada jugador dentro del equipo. Para intercambiar su posición con velocidad, cada futbolista ha de ser plenamente consciente de la táctica. Obviamente la necesidad de una mayor preparación integral incrementa las exigencias físicas, técnicas e incluso psicológicas hacia el jugador. Asimismo, se demanda una gran capacidad de liderazgo en el director de la orquesta.
Holanda perdió dos finales de campeonatos del mundo consecutivas, pero de la sensación que causó la Naranja Mecánica todavía se habla en nuestros días. Desde entonces, la selección holandesa siempre cuenta entre las grandes. Muchos entrenadores han tomado conceptos de Michels, bien en conjunto o por separado.
Innovación Total
La realidad es que desde hace años se viene produciendo un fenómeno al que se ha denominado paradoja europea: disponiendo de un altísimo nivel universitario y científico, su I+D+i alcanza resultados comerciales modestos a nivel global. Como muestra de esta anomalía, se estima que el número de emigrantes europeos altamente cualificados que trabajan en empresas norteamericanas supera los 400.000.
Una de las claves de la paradoja puede estar en que Europa se empeña en esfuerzos gubernamentales que intentan programar I+D+i como si fuera un reloj despertador. Este modelo ha funcionado bien en ciertas áreas como la aeroespacial o la telefonía móvil, pero sin embargo la mayoría de las grandes multinacionales del sector TIC tuvieron un nacimiento muy diferente: surgieron en la cabeza de individuos soñadores (americanos casi siempre) que tuvieron un chispazo de ingenio y fueron respaldados por capital financiero.
Algunas de estas empresas demuestran todos los días que la relación entre inversión en I+D y beneficio no es directa. Superado un umbral de capital mínimo, mayor inversión no siempre garantiza mayor retorno, porque el éxito no depende sólo de la cuantía, también de otros factores.
En España el factor cultural influye más bien para mal. España no está demandando talento, de hecho hay excedente de profesionales hiperpreparados. Por desgracia, la indiferencia ante el talento, el desprecio hacia el esfuerzo y la banalización del rigor científico son males extendidos y constituyen una muestra más de la decadencia de nuestra sociedad del ladrillo. Y ello a pesar de que el desarrollo del talento puede ser increíblemente barato, pues depende sobre todo de un bien gratuito: la calidad del liderazgo (político y empresarial).
Si el cambio en el modelo productivo post-ladrillo parte de la base de que son los americanos quienes inventan y los chinos quienes fabrican, ¿tiene cabida la innovación aquí, o acaso no es más que una palabra manida y vacía? ¿Al sector TIC español y europeo sólo le cabe «relajarse y disfrutar» vendiendo aquí lo que hacen otros? Teniendo en cuenta además que contra las manufactureras asiáticas no se puede competir en costes, se supone que Europa sólo podrá competir en valor, pero… ¿se puede generar valor añadido sin innovación?
El director general de Investigación e Innovación en la Comisión Europea, Robert-Jan Smits, afirmó tras su toma de posesión que «España está en una encrucijada, tiene que elegir entre una economía basada en el conocimiento o el estancamiento».
Afortunadamente, la innovación se puede realizar en varios niveles y con frecuencia no es en el tecnológico donde se consiguen los resultados más espectaculares. De hecho las innovaciones puramente técnicas se suelen copiar rápidamente. Las ventajas competitivas sostenibles han de provenir sobre todo de una dirección de calidad, del aprovechamiento del talento y de la práctica del liderazgo en todos los niveles de la organización. El momento de crisis actual demanda sistemas audaces de liderazgo y de desarrollo de talento, así como un cambio radical de cultura.